martes, 31 de agosto de 2010

PATRIA, SOCIALISMO Y MUERTE

Si algo ha caracterizado esta década fatal para Venezuela ha sido la muerte. La relación del régimen con la muerte es íntima, cómplice y sin duda complaciente. Es la amante peligrosa de un tipejo insignificante que se cree importante por andar con semejante mujerón, aunque ello represente, eventualmente, su desgracia.
¿Y ella?, feliz de que la alimenten de una manera tan profusa, más de 120.000 asesinatos en esta década, más de 19.000 solo en el año 2.009, y no hemos mencionados aquellos que simplemente les tocaba morirse: viejitos, enfermos, accidentes, o aquellos que forzaron la barra como suicidados, o el que se partió la crisma porque se lanzó en parapente, no nada de eso, eso es marginal, el grueso es un genocidio patrocinado por el estado de jóvenes entre 15 y 25 años, varones, que según el brujo mayor, jamás serán socialistas, así que, si se matan, mejor.
Y como de mal gusto se trata, y les pareció que no era lo suficientemente macabra la película, ahora revuelven la tumba de Bolívar y sus hermanas, sin el más mínimo decoro, y con el irrespeto absoluto a su familia, perfectamente conocida, así como al resto de la sociedad que no reacciona por una simple razón: está perpleja, no sale de su asombro, no entiende el por qué y el para qué de tamaña estupidez.
Mi padre decía que sabemos que estamos viejos cuando en vez de vernos en las fiestas, nos vemos en los entierros, pero nos hicieron viejos muy jóvenes, en estos años ha muerto mucha gente que no mencionaré porque todos los hijos, padres, abuelos, hermanos, primos, amigos o simplemente conocidos muertos son tan importantes como los otros, pero el sueño de esta gente de pasar a la posteridad en una gesta heroica se cumplirá a medias, nunca, nadie olvidará el GOBIERNO DE LA MUERTE, pero los héroes serán, los que acaben con ellos.

jueves, 25 de febrero de 2010

Carta abierta a la diputada Iris Varela

He visto con asombro su propuesta ante la Asamblea Nacional, para quitarle la nacionalidad a un grupo de venezolanos nacidos en otras tierras y que no están de acuerdo con el régimen actual. Pues bien déjeme echarle mi cuento El 19 de agosto de 1954, desembarqué junto con mis padres y 6 hermanos del Américo Vespuccio, barco en el cual zarpamos 12 días antes desde el puerto de Barcelona, España, país donde nací y que conste sin mi permiso ni autorización, pues como Ud. debería saber, nadie escoge ni el sitio, ni la fecha ni el hogar de su nacimiento . Pero sepa que me siento muy orgulloso de mis raíces, de mis antepasados, todos, gente honesta, trabajadora, con arraigados principios morales y honorables. 

 A los dos días de llegar a Venezuela, continuamos el viaje hacia la isla de Margarita, donde mi padre había conseguido trabajo. En Porlamar, transcurrieron mis años de infancia, allí, bajo la dictadura de Pérez Jiménez, terminé la primaria y comencé el bachillerato, aprendí a tocar cuatro, a comer empanadas de queso y cazón, pastel de chucho, carite, arepas y casabe, conocí el Retablo de las Maravillas, el béisbol, Conticinio y Dama Antañona, el galerón y la geografía e historia de mi nueva patria. 

Conocí un pedacito del país y también supe lo que era una dictadura. Para el año 1958, cuando me imagino que hablaba con acento margariteño trasladaron a mi padre a la ciudad de Mérida, en el viaje venía otro miembro de la familia, mi hermano menor nacido en Porlamar. 

 Aquí en Mérida, donde resido desde esa fecha terminé el bachillerato, me gradué de ingeniero en la ULA, me enamoré, me case con una caraqueña, he tenido dos hijas y dos hijos, tres caraqueños y un merideño, una es médica, otra odontóloga, un Ingeniero, y el cuarto está terminando su carrera en la ULA. 

 Aquí le tomé gusto a los valses, al joropo, al pisillo de chiguire, a la arepa andina, al Quinteto Contrapunto, a Serenata Guayanesa, a la chicha andina, a los pastelitos de carne o de queso, a Morella Muñoz, a Simón Díaz, al queso ahumado, a Freddy Reyna y a Carlos Reyna, al vals Amelia a Chelique y Rosa Teresa, a los aguinaldos, a Alírio Díaz, al cuatro que practico desde 1956, y a Fúlgida Luna, al papelón con limón, y al pastel de morrocoy, al hervido de gallina y a la písca andina, a una puesta de sol en Juan Griego o la satisfacción de haber ascendido 6 veces al Pico Bolivar. 

 Conozco el país, desde Guanare hasta Elorza, desde Santa Elena de Uairén hasta Manzanillo, desde Tucupita hasta San Antonio del Táchira, desde el cabo de San Román hasta Puerto Ayacucho, desde Los Testigos hasta Los Roques. He navegado el Apure, dormido en Bruzual, desayunado en Achaguas y almorzado en San Fernando. 

 Este año cumplo 50 años en Venezuela, no me acuerdo cuando me hice venezolano, pero por mi cedula que empieza por 3 millones Ud. lo puede suponer. Yo sí escogí vivir aquí, yo sí escogí mi país y déjeme decirle que lo quiero con toda mi alma y por ello deseo fervientemente que este régimen termine de la mejor manera posible, para que tengamos una vida mejor, sin odios ni venganzas como las que Ud. propone.

 Si por oponerme a este régimen Ud. decidiera quitarme la nacionalidad, seguro que gracias a la injusticia que impera actualmente Ud. podrá quitarme un papel, un pasaporte, mi cédula, pero nunca, óigalo bien, nunca me quitará 50 años de vida. ¿Como me quitará mi infancia, juventud y madurez que la viví aquí, como me quitara mi familia, mis 11 sobrinos venezolanos, mis 6 sobrinos nietos, mis cuñados y cuñadas criollos por muchas generaciones, mi gusto por una arepa bien resuelta o una cachapa con queso de mano preparada en un tarantín a orilla de carretera.

 Nunca me quitará mi pasión por la música venezolana, por el cuatro y la guitarra, por Andrés Eloy, Rómulo Gallegos, Uslar Pietri o Aquiles Nazoa. Poder visitar la tumba de mi padre que nunca regresó. Mi orgullo por las tres promociones de ingenieros civiles que llevan mi nombre, ni los miles de ingenieros que he ayudado a formar a través de 35 años como profesor de la ULA. 

 No diputada, lo más que hará es quitarme un papel, pero jamás, téngalo por seguro, jamás, ni siquiera muerto, podrá quitarme mi amor por Venezuela, que si a ver vamos es mas mía que suya porque yo he vivido en ella mas que Ud, he construido y Ud con su resentimiento y su odio solo aporta miseria y destrucción. 

 Y aunque le duela me despido con un:

 Su compatriota y lástima que no pueda decir amigo

 

Eduardo Jauregui

Profesor de la Escuela de Ingeniería de La Ilustre Universidad de los Andes