Si algo ha caracterizado esta década fatal para Venezuela ha sido la muerte. La relación del régimen con la muerte es íntima, cómplice y sin duda complaciente. Es la amante peligrosa de un tipejo insignificante que se cree importante por andar con semejante mujerón, aunque ello represente, eventualmente, su desgracia.
¿Y ella?, feliz de que la alimenten de una manera tan profusa, más de 120.000 asesinatos en esta década, más de 19.000 solo en el año 2.009, y no hemos mencionados aquellos que simplemente les tocaba morirse: viejitos, enfermos, accidentes, o aquellos que forzaron la barra como suicidados, o el que se partió la crisma porque se lanzó en parapente, no nada de eso, eso es marginal, el grueso es un genocidio patrocinado por el estado de jóvenes entre 15 y 25 años, varones, que según el brujo mayor, jamás serán socialistas, así que, si se matan, mejor.
Y como de mal gusto se trata, y les pareció que no era lo suficientemente macabra la película, ahora revuelven la tumba de Bolívar y sus hermanas, sin el más mínimo decoro, y con el irrespeto absoluto a su familia, perfectamente conocida, así como al resto de la sociedad que no reacciona por una simple razón: está perpleja, no sale de su asombro, no entiende el por qué y el para qué de tamaña estupidez.
Mi padre decía que sabemos que estamos viejos cuando en vez de vernos en las fiestas, nos vemos en los entierros, pero nos hicieron viejos muy jóvenes, en estos años ha muerto mucha gente que no mencionaré porque todos los hijos, padres, abuelos, hermanos, primos, amigos o simplemente conocidos muertos son tan importantes como los otros, pero el sueño de esta gente de pasar a la posteridad en una gesta heroica se cumplirá a medias, nunca, nadie olvidará el GOBIERNO DE LA MUERTE, pero los héroes serán, los que acaben con ellos.